Tribuna 12 - Jimmy Oyuela
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'Mucho bailecito y faranduleo... y los que ganan por vivos son otros'

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"Mucho bailecito y faranduleo... y los que ganan por vivos son otros"

"En un mundo en el que 2+2 son 4, Dinamarca nunca ganará el campeonato de Europa. Es cierto que si jugamos según las reglas, estrictamente según las reglas, no ganaremos. Si nos preparamos a conciencia, si conocemos a nuestro rival mejor que él a nosotros, podemos ganar a equipos que son mejores que nosotros.

 Estoy cansado de perder. Y no porque seamos malos, que no lo somos para nada. Pero tenemos un problema. Somos muy cándidos, somos demasiado tontos. Y como país modesto que somos debemos decidir si queremos ganar o queremos jugar bonito. Estoy cansado de perder jugando bonito", con esas palabras en boca de un Richard Moller Nielsen ficticio empieza la película Sommeren 92', que relata la hazaña milagrosa de Dinamarca en la única Euro que conquistaron. Y bien pensado, poco tiene que diferir de la actual situación de Colombia

P orque puede uno dar vueltas y vueltas y repetirse el partido de la eliminación contra Argentina. Y la única conclusión que se puede sacar es que perdimos por falta de calle. 

De cancha, de fútbol de barrio. Argentina nos sacó del partido con su trash talking. Y podrán decir que eso es de marrulleros, que no es la forma idílica. Pero los argentinos están en la final y nosotros jugaremos el partido que nadie quiere disputar este viernes. Y no es porque se haya hablado antes. 

Pasó igual en el partido contra Brasil. Esa falta de intensidad o tensión competitiva, que derivó en los dos segundos que se quedó toda Colombia quieta esperando el pito de Pitana. Y no llegó. A esta Colombia le hace falta un cursillo del 'Otro fútbol'. Del que dominan los italianos y los argentinos han potenciado. Aquel que se ha explotado más incluso acá en Sudamérica que en Europa. Ese que no se enseña en las escuelas y se aprende en la cancha. 

Aquel que marca la diferencia entre ser un ganador y un perdedor. Y vale la pena preguntarse, qué ha pasdo en Colombia para que nuestros jugadores pierdan esa cancha. Porque de la generación de los Tino, Pibe, Leonel y demás se puede decir que no fueron los más profesionales. 

Pero desde luego que no les ganaba por la boca un arquero argentino, ni les vacilaba una estrella consagrada como Messi. En lo que si ganan los nuestros es en bailecitos virales. En bocones. Somos el clásico reflejo del perdedor que celebra las pequeñas victorias. Más individuales que grupales siquiera, y que a la larga se pierden en el tiempo. En el "faranduleo", como bien lo describió ayer Emiliano Martínez cuando se tragó moralmente a Yerry Mina en el lanzamiento. Y no es la primera. Viene pasando de hace años. 

Nos excusamos en el "robo del árbitro", nos quedamos en el "jugamos como nunca para perder como siempre", y no escarbamos en las ventajas que puede otorgar el otro fútbol. Así como ahora despistó a Mina un portero que solo ha jugado cuatro partidos con la Albiceleste, sucedió en 2019 cuando Maripán sacó del partido a un Duván recién salido con solo un empujón intimidatorio. 

 El saber competir, el intimidar en el campo, el hablarle al árbitro y camelarlo, el perder tiempo cuando se debe o provocar al rival cuando es necesario. Esas cosas son las que hacen que uno no le pierda la cara al partido a pesar de estar contra las cuerdas. Porque si pretendemos ganar a los grandes y romper la historia, no lo vamos a lograr por cándidos. 

Se empieza por respetarlos menos, por aplicar su juego y ser más vivo que el rival. Y parece mentira que a un país como Colombia, nos ganen precisamente de eso, de vivos. Cuando con esos bailecitos y gestos lo único que estamos ganando es de bufones.



Fecha: 08 de Julio de 2021
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