Tribuna 12 - Jimmy Oyuela
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Champions: Haaland el que arrasó al Sevilla con el B. Dortmound de visitante

Un monstruo apareció en el Sánchez-Pizjuán para dejar al Sevilla con una herida gravísima en esta Champions y acercar al Borussia Dortmund a los cuartos de final. El equipo alemán tiene en Erling Haaland un delantero colosal y que mostró que hay una nueva generación de estrellas en Europa dispuestas a dominar el fútbol. Vio por televisión, en su hotel de Sevilla, la exhibición de Mbappé en el Camp Nou y él no iba a ser menos. Dos goles en el primer tiempo demostrando que ningún defensa es capaz de pararlo en carrera.

Koundé y Diego Carlos parecían centrales de menos jerarquía tratando de detener a esa potencia de la naturaleza. El Sevilla nunca pudo hacer el partido que tenía en la cabeza su entrenador, pese a adelantarse incluso con un poco de fortuna al inicio del encuentro. Muy superado en el primer tiempo y sin excesiva confianza en levantar al encuentro en el segundo, ya dos por debajo. Un gol de Luuk de Jong en el tramo final abre una puerta a la esperanza. El Sevilla lo intentó. Pagó sus errores y al menos viajará a Alemania con opciones reales si es capaz de ganar.

La Champions es otra historia. No haría falta ni decirlo. Todos los equipos que se presentan en octavos de final tienen argumentos de sobra para desde incomodar a aplastar al más pintado. Y por Nervión apareció un presunto rival con una dinámica irregular que en su ataque tiene una de las mejores duplas jóvenes del panorama europeo: el desequilibrante Jadon Sancho y la bestia del gol, llamada Haaland. Y una personalidad de equipo grande. Porque el Borussia Dortmund se plantó en el Sánchez-Pizjuán con la victoria como único objetivo. No eran meras intenciones, sino que tenían un plan bien estudiado, conociendo los defectos del Sevilla. Pocos rivales le superan a los andaluces en físico. Terzic colocó tres centrocampistas para que el Sevilla no tocase con tranquilidad. Ahogada la salida de balón, ahora le tocaba atacar. Y lo hizo desde punto y hora, aprovechando esas pérdidas que siempre penaliza el propio Sevilla.

Pese a ello, el Sevilla se adelantó. En el único disparo sobre los tres palos del primer tiempo de los jugadores de blanco fue a cargo de Suso. Disparo con la derecha tras amagar el disparo con la izquierda, para que el balón tocase en Hummels y se marchase al fondo de la portería. Un espejismo de lo poco que estaba pasando y de la avalancha que se cernía sobre la portería de Bono, quien no iba a poder aguantar el récord de imbatibilidad con el Sevilla, que sigue perteneciendo a Palop. Porque el conjunto alemán pisaba dominios sevillistas con dos toques. Sobre todo cargaba el juego por el costado izquierdo, desde donde Sancho se dedicaba a driblar a rivales como el que sortea conos en un entrenamiento. Recorte por aquí, caño por allá y jugada de peligro. Su primer intento lo taponó Fernando. Con quien ya no pudo el Sevilla es con Dahoud. O mejor dicho, con Haaland. Hasta cuatro defensores salieron al paso del noruego cuando controló sobre la banda, salió a empujones y cambió el sentido del juego a dos compañeros libres en el otro costado. Dahoud se perfiló y la puso imposible para Bono. Era un aperitivo de lo que venía.

La aparición de Haaland  

Porque el Sevilla no sabía bien si ir o bajar el ritmo del encuentro, que claramente favorecía al equipo vestido de amarillo y negro. Esa indefinición nunca es buena en partidos de tanto nivel y donde cara error se paga con la vida. Balón en largo sobre Haaland, que aún estaba a 40 metros de la portería sevillista, Diego Carlos no sabe si chocarle o esperarle, y la decisión del brasileño de retroceder permitió al depredador lanzar una de sus famosas cabalgadas. Pared perfecta con Sancho para cazarla a bote pronto estirando sus dos metros en el área sevillista. Otro golpe difícil de asimilar para el Sevilla, que no sabía bien por dónde le llegaban las collejas. El propio Haaland pudo colocar el tercero en un hueco que le permitió Koundé para disparar desde la frontal. No pierde el tiempo el delantero. Busca portería con una voracidad que intimida. Lopetegui ponía cara de preocupación porque no encontraba la solución. ¿Cómo cortar la sangría? Quería que llegase el descanso sin más daños colaterales. Ni por esas. La noche no estaba para su Sevilla. Un error incomprensible entre Rakitic en la entrega y Papu Gómez tratando de sortear a rivales encimado por dos y sin cobertura por detrás, permitió que Reus contragolpease con dos opciones y sólo dos defensas andaluces. Pase a Haaland y el tercero antes del descanso. El panorama pintaba a drama. La realidad de la Champions.  

Lopetegui no se volvería loco a la salida de vestuarios. Incluso fortaleció el centro del campo con la salida de Gudelj por Rakitic, que había estado superado. A este ritmo de pelota e ida y vuelta no puede el croata. Ni varios de los hombres que alineó el entrenador del Sevilla. Fernando daba un paso atrás y Papu Gómez se liberaba. Mejor dejar las bandas más desiertas y reforzar al equipo por dentro, donde se cocinaba el fútbol alemán y donde Haaland estaba pasando la noche al fresco en el jardín del Sánchez-Pizjuán. No encontraba el Sevilla los caminos hacia la portería alemana. El Borussia esperaba sin sufrir. Y ante la actuación inocua de sus atacantes, el técnico quitó a los tres de arriba. Necesitaba un cambio de chip. Veía a muchos hombres desgastados en lo mental ante una derrota que nadie esperaba y que estaba haciendo mucho daño en la propia mentalidad de los jugadores locales.  

Marca.com

Ph: Football365/Getty Image


Fecha: 25 de Febrero de 2021
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